• Proxémica

    Qué desagradable es cuando,

    caminando por una calle poco transitada,

    usualmente después de atravesar,

    el destino te pone escasos metros detrás de otra persona

    y toca apurar el paso

    para adelantar

    y salir de esa zona incómoda.

  • Futuros posibles

    Cada vez está más claro que la jubilación es una fantasía anacrónica y que nos va a tocar trabajar hasta el último día de nuestras vidas. Así las cosas, quizás pueda terminar como cartero: me gustaría poder pensar en mí mismo como el portador de buenas noticias. Además, disfruto salir a caminar.

  • Futuros cancelados

    Con todo, creo que podría haber sido un buen mimo, pero me gusta mucho hablar.

  • Idea para un «elseworld» de Batman

    La misma historia, exactamente igual, pero Bruno Díaz mide 1,50 m.

  • Discos

    De visita en mi casa, mi mamá me pregunta cuántos discos tengo. «El Chico Pérez tiene como cinco mil discos» agrega, sin darme tiempo para responder.

    Me tomaría alrededor de 20 minutos contarlos, pero creo que no quiero saber. Según mis cálculos, son entre 500 y 600. Más que la mayoría de la gente, pero no suficientes como para hacer alarde. Menos que Chico Pérez.

    Últimamente me olvido de los discos que tengo, sobre todo de los más nuevos. El peligro: comprar discos repetidos. Todavía no pasa, pero pronto, probablemente.

    De lo que nunca me olvido es de los discos que, por algún motivo, decidí no comprar. Esos me están penando siempre.

  • Tiempo muerto

    Estábamos ahí, esperando a un Uber que parecía muy poco comprometido con pasarnos a buscar, haciendo una ruta ilógica con la única intención de que canceláramos el viaje (supongo).

    Estábamos ahí parados, esperando, sin mucho más que decirnos, cuando apareció un furgón blanco y se estacionó frente a nosotros.

    Del asiento del conductor bajó un hombre mayor, delgado y canoso, y abrió el capó del vehículo. Lo mirábamos con atención y en silencio, porque estábamos aburridos de esperar y no había nada mejor que hacer. Pero desde donde estábamos parados no era mucho lo que se veía: un par de piernas, media espalda, el capó levantado.

    Lo mirábamos como implorando que hiciera/pasara algo que matara el aburrimiento, que se empezaba a volver incómodo. Hasta que de repente el hombre mayor bajó el capó y subió a la vereda.

    Llevaba la batería del furgón en las manos.

    Supongo que sintió nuestra mirada curiosa, porque se dio vuelta a donde estábamos y se excuso gritando:

    «Está muy mala la cosa».

    Y siguió caminado, probablemente a su casa.

  • Afuera

    Tras el fin de las cuarentenas estrictas, he escuchado al menos a dos personas que —sin ninguna pizca de ironía— han elegido musicalizar sus viajes en auto con Limp Bizkit.

    Supongo que el mundo exterior es, en efecto, un lugar extraño y peligroso.

  • El inconsciente

    Dos sueños que tuve el fin de semana:

    1. Era un Jello Biafra canadiense y no estaba seguro de si los gringos autorizaban transfusiones sanguíneas con personas extranjeras. Que esto me generara dudas era un indicador de que algo estaba mal.
    2. El Departamento de Estado de los Estados Unidos intentaba impulsar una nueva festividad, el día del dumpling. Y para eso estaban usando una canción inédita de Aretha Franklin. La canción era malísima.

    No hay interpretación.

  • Raro

    La persona más extraña que conozco es una tía de I. a quien no le gustan las películas. Así, en general. No le gusta el cine.

    Fuera de eso, es una persona completamente normal. Pero su rechazo a la totalidad del medio cinematográfico la convierte —para mí— en un personaje completamente extravagante y me deja lleno de preguntas que, por cortesía, jamás me atrevería a plantear.

  • Millonarios

    El próximo 26 de julio, Mick Jagger cumplirá 80 años. A la gente le encanta mencionar el excelente estado físico en el que está el cantante, para su edad. La verdad, a mí no impresiona: es un multimillonario, con acceso a los mejores cuidados posibles y que —admitámoslo— nunca ha tenido un trabajo de verdad en su vida, en una oficina, limpiando o levantando cosas pesadas.

    Quiero creer que cualquiera que se dedique profesionalmente a corretear dos horas en un escenario, dos veces a la semana, seis meses al año, a cambio de una camionada de plata, seguro llega a viejo en muy buena forma.